martes, 7 de junio de 2011

Es en ese momento cuando...


Te paras a pensar, y descubres, tan rápidamente, como si tus pestañas se juntaran en un abrir y cerrar de ojos, que puede, solamente puede, que las cosas pequeñas importen más que las inmensas. Porque, ¿qué es la flor sin una semilla? ¿Qué es la amistad sin un abrazo? ¿Qué es el cielo sin estrellas? ¿Qué es el árbol sin sus hojas? ¿Y un libro si letras? No te rompas la cabeza, no lo pienses demasiado, porque después de leer eso, sabes perfectamente que, sin cosas pequeñas, lo grande e inmenso no existe. Digamos que una hora sin segundos, no es una hora. Aunque los segundos sean pequeños, disfrútalos como si fueran los últimos. No sé cómo poder explicarlo, no sé cómo decirlo. A veces te importan más la gente que acaba de llegar, y que te marca, que te hace reír, y con la que pierdes el tiempo. ¡Que son pequeñas todavía para ti! Pero seguramente, se conviertan en alguien grande, en un gran amigo, un gran enemigo...
No sabes qué ganarás, pero todo empieza siendo pequeño.
Disfruta los segundos, serán pequeños, pero únicos.
Mira lo desconocido con curiosidad, y lo conocido, con desconfianza.

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