Te escribo esto mientras el calor del té verde con limón se impregna en mi cuerpo. Si te soy sincera, la lluvia no ha cesado desde el último mensaje que me enviaste: "el café que preparaste se enfrío, y decidí probar algo nuevo en la cafetería de la esquina".
Ojalá el camino de vuelta a casa se te haga ameno, y tu propio reflejo deje de recordarte a la soledad. Creéme que esos ojos marrones que tanto odias, son las hojas de otoño de esa estación que tanto añoro. La música sigue sonando en mis oídos, hace tiritar cada órgano de mi cuerpo. Creo que le gusta más a mis pulmones que al corazón. Es como si me ahogara con cada nota, pero finalmente consigo una vocana de aire.
¿Sabes?
El té se ha congelado
por la asuencia de mis labios.
De todas formas, su sabor es irremplazable. Cojo aire, y acabo es taza de recuerdos de un trago.
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