La recordaba tan sencilla y risueña que el día que la volví a ver me sorprendió observar esa muerte que se reflejaba en sus ojos. Cargaba con más peso de lo normal, independientemente del reflejo de sus huesos a la luz del Sol. Me regaló su mejor sonrisa, pero pretendía que omitiera toda esa sangre que se derramaba por cada costura de su delicado cuerpo. Heridas que yo mismo había visto crecer, y cicatrizar, que había estudiado, y buscado alguna cura para ellas. Tanto tiempo, y la seguía queriendo tanto...Solía decirme que ella era la única merecedora de la soledad, esa soledad que yo intentaba arrebatarle de la cabeza. Supongo que cuando se cruzó conmigo ni siquiera me reconoció, o no quiso hacerlo. Yo respondí como sabía que ella esperaba que hiciera: pasé de largo, sin fijarme en el monstruo que la acompañaba. Eso sí, desde ese día, siempre la he recordado con esa sonrisa. Aunque con 10 kilos más.
5 comentarios:
Es escalofriante. Un 11 :D, me encanta.
Ya sabes lo mucho que me gusta como escribes, como consigues expresarlo con simples palabras. Echaba de menos una entrada nueva en tu Blog, y hoy por fin, mis ganas han sido saciadas, no dejes de escribir nunca, aunque se tarde, todo eso es, simplemente genial.
Que tú me digas eso, en serio, me deja sin palabras. Tú, que escribes como nadie. Intentaré ponerme al chollo más amenudo, porque de verdad, esto me encanta. Pero muchas veces me quedo sin nada en la cabeza, y no doy arrancado.
Tú sí que eres genial.
CARLAAAAAAAAAAAAAAAAHFSDFNSDFSDFJ BÉZAME QUE TE DOY FOLLOW PORQUE ME CAES BIEN. Y PORQUE LA CHUPAS MEJOR.
La chupo demasiado bien.
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